Mas o menos las 14:00. 25 de julio, Santiago
Apóstol, el patrón de España.

Los gallegos, orgullosos de su
pasado y su presente, me han enseñado mucha ciencia y tecnología: en las
bodegas de albariño, la producción del vino; en la Torre de Hércules, la óptica
del faro romano; en los Monasterios de Carboeiro y de Armenteira, el contrabando
de vanadio y los molinos de agua; en el Pazo de Rubiáns, ingeniería agrónoma aplicada;
en las Islas Cíes, flora, fauna y geomorfología; en la Catedral de Tui,
arquitectura;... y por supuesto, los museos científicos de a Coruña, los
etnológicos de todo el territorio gallego…
Hoy visito la catedral de Santiago de
Compostela. Estoy llegando a la fachada principal barroca. Debería de estar
pensando en los grandes ventanales que permiten iluminar el Pórtico de la Gloría , antigua fachada
románica que ahora se encuentra en el interior. En ella está la representación
del maestro constructor Mateo sosteniendo el cartel “Architectus”, donde
antiguamente los estudiantes golpeaban su cabeza para obtener sabiduría.
Debería de estar pensando esas cosas pero empiezo a acordarme de otras.
Me acuerdo de que esta catedral, con
los 12000
€/día en limosnas sin declarar, con los comentarios
que su arzobispo realizó a favor de la desobediencia a las leyes contrarias a
los valores de la Iglesia y con las “anotaciones
a lápiz y boli” que su deán realizó en el Códice Calixtino, simboliza como
ninguna otra cosa la Iglesia Española de comienzos del siglo XXI.
Pero, cuando llego, me encuentro de
frente con una realidad mucho peor.
No sabía que horas antes se había
celebrado un acto político de gran relevancia a nivel nacional: “la Ofrenda al Apóstol”. Y por
ello, la plaza del Obradoiro esta tomada por la policía. Un cordón impedía el
paso a media plaza. A esa hora, los políticos estaban saliendo del Ayuntamiento/Gobierno
Autónomo y se dirigían al Parador Nacional, nadie les vitorea ni les insulta,
van solos “al convite” protegidos por la policía. Se me fue la olla, empecé a
decirle a mi hija “Mira, mira, mira, esos son políticos, esos son los que nos
gobiernan. Mira, mira, mira, después de hacer su trabajo, van a tomarse el
aperitivo”.
En semejante estado entré en la
catedral. Es obvio que estaba poco receptivo, pero lo que me encontré tampoco
ayudó mucho. Un “cura” estaba dando misa, pero los turistas y los peregrinos le
faltaban al respeto, hablaban y reían sin contemplación mientras que hacían
cola para ver las distintas atracciones que la catedral les ofrecía. No
respetaban el acto religioso poco concurrido que allí se estaba realizando.
Por otro lado, mi hija fue a mojarse
las manos en las “pilas” para persignarse, pero casi todas estaban selladas con
una tapadera, y la tapadera tenía una ranura ¿serían “cepillos” para recoger
limosnas? Di una vuelta rápida y pase cerca de donde se estaban vendiendo
souvenir religiosos. Yo creo que era una tienda, pero no me atrevo a afirmarlo,
porque dentro de la Iglesia ,
mientras se está dando misa, no creo que se pueda hacer negocio, “en las
Sagradas Escrituras Jesús expulsa a los mercaderes del templo”.
Y justo después de pasar por la
puerta de la “tienda”, observe algo que les podía enseñar a mis hijos. Gracias
a esta “revelación divina” no tendría que decirles las barbaridades que se me
estaban pasando por la cabeza. En una esquina de la puerta sur del crucero
había unos gigantes y cabezudos. No se si desde un punto de vista religioso es
correcto tenerlos allí, pero yo fui hacia ellos.
Estaba explicándoles que eran muñecos,
que se metían hombres debajo y que desfilaban por las calles cuando empecé a
oír gaitas y tambores, canciones y gritos. Como estaba deseando salir de allí
abrí la puerta y salí por la fachada románica, la de Platerías. Me senté en las
escaleras y empezaron a pasar personas y mas personas acompañando a un grupo
folklórico gallego, y todas gritaban, cantaban y exigían independencia para
Galicia y que pagaran políticos y banqueros las consecuencias de la crisis. Los
transeúntes les aplaudían. Mi hija, que ha estado en más de una manifestación,
me dijo: “estos son los que no están de acuerdo con los que se han ido de
comilona, ¿verdad, papá?”
Yo y mis hijos habíamos salido de la
catedral, mis compañeros de viaje todavía estaban dentro, pero decidí darme una
vuelta por los alrededores de la catedral. Me habían dicho que en las calles
Rúa Do Franco y Rúa Da Raiña había muchos sitios donde “tapear”. Pero no había
contado con que era el día grande de Santiago, los lugareños junto con los
peregrinos y los turistas ocupaban chiringuitos, bares y restaurantes. Yo que
estaba de un humor de perros empecé a desesperarme.
Cuando nos juntamos todos oferté
irnos a una pizzería, así ahorrábamos, pues todos los días no podíamos permitirnos
un homenaje en restaurantes gallegos. Pero el destino me ofrecería una opción
mucho más edificante: “acabamos en el Burger King”. Yo me hundía en el fango,
pero al menos los niños se lo pasaron a lo grande en el “recinto de bolas”.
Después de comer, decidí darle otra
oportunidad a los alrededores de la catedral, quería encontrar algo de ciencia
o de tecnología que llevarme a la boca. Salimos, y justo antes de llegar a la
catedral, la primera en la boca: unos cuantos hombres y mujeres paraban a los transeúntes
despistados para hacerles sahaja yoga y para explicarles que a través del yoga se puede alcanzar la
sanación de graves enfermedades.
Por supuesto, la policía que estaba
enfrente no intervino, ni cuando estaban intentando convencer a adolescentes, ¡coño!
que son menores de edad. Me imagino que en otro momento si hubieran
intervenido, pero ese día estarían cansados y desanimados, seguro que no había
sido fácil proteger a los políticos. Los policías son trabajadores, e imagino
que como todos los trabajadores, están hasta los mismísimos…
Totalmente desanimado fui nuevamente
a la plaza de Platerías, yo me quedaría #SinCiencia pero mis hijos verían a los
muy buenos artistas callejeros que por las tardes entretienen a niños y
mayores. Además, en las actuaciones, tal y como hacían los antiguos juglares,
insertaban continuos comentarios sobre la crisis y sobre quien eran los verdaderos
culpables.
Cansado y sentado en las escaleras,
con la fachada catedralicia románica a mi espalda, con una joya barroca (Casa
del Cabildo) a mi derecha, con la actuación callejera enfrente mía, recordando lo
vivido dentro de la catedral y recordando a los sanadores “metafísicos”, me doy
cuenta de lo que es vivir #SinCiencia. Empiezo a pensar que esto es el futuro
de España: religión, pseudociencia y conflictos sociales, ¡y los poderosos
protegidos y bien comidos! Empiezo a darme cuenta de cuanto se parece esto a la
triste Edad Media (llamada por muchos Edad Oscura, por el apagón cultural
científico). De todas formas, se que no estamos en el siglo XII, porque más del
80% de las personas que estábamos allí teníamos nuestro smartphone en las manos
y comunicábamos al Mundo (vía Twitter, WhatsApp, Facebook…) lo que estábamos
viendo.
Cuando acaba la actuación ya lo
tengo claro, hoy es un día #SinCiencia. Cojo a mis hijos y me voy a tomarme
varias cervezas en una terraza. Después me voy a la feria del viño de autor
albariño, en Meaño, donde disfruto de mejillones, pulpo, empanada gallega, zarza…
y por supuesto del albariño y de los gallegos. Entre copa y copa, escucho
frases como “gracias por venir a visitarnos”, a lo que yo respondo “no se
merecen, somos nosotros los que estamos disfrutando de vuestra hospitalidad”.
¡Santiago, otra vez será! Espero
volver cuando este de mejor humor.
Nota:
Quiero agradecer la hospitalidad que nos ofrecieron casi todos los gallegos, y las gallegas, con los que nos cruzamos. Es increíble lo acogedores que son.
Además, las vistas guiadas Bodega
Lagar De Rei, Pazo de
Rubiáns y Catedral
de Tui, fueron un auténtico lujo. No solo explicaban bien, también
transmitían orgullo y amor por su tierra y su trabajo.
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