sábado, 27 de abril de 2019

La muerte de Usuco


Qué queréis que os diga… me gusta escribir sobre Ubuntu.

Hace años, les contaba a mis hijos cuentos de ciencia ambientados en los tiempos de las cavernas. Solo uno de aquellos cuentos lo escribí, pero después hice otro y quizás después de este haga más. El caso es que “La muerte de Usuco” es el tercer cuento de la saga.

Por si quieres leer los anteriores, aquí te dejo los enlaces:



Y sin nada más que añadir, os dejo con…



La muerte de Usuco

Esa noche, cuando Teliat y Ubuntu se perdieron en la profundidad de la cueva, el silencio se prolongó más de lo habitual.

Al anochecer Ubuntu había "guiado" al espíritu de Usuco, el mejor amigo de su hijo, al reino de los espíritus. Los dos amigos tenían la misma edad y, cuando Usuco perdió a su padre, se hicieron inseparables. Tanto Ubuntu como Teliat sentían mucho la muerte de Usuco, y sabían lo mucho que iba a costar que su hijo, de 12 años, asumiera la pérdida de su gran amigo.

Lo increíble es que Teliat había "predicho" la muerte. Fue cuando murió el padre de Usuco. Ella y Ubuntu habían pasado noches enteras hablando de "la mala suerte" que había tenido el antiguo jefe de la tribu. Al final concluyeron que no había sido mala suerte, que era algo predecible. Y no solo eso, Teliat también dijo que, tarde o temprano, le pasaría lo mismo a Usuco.

El antiguo jefe era un hombre valiente y fuerte, capaz de mantener el orden: mantenía los hábitos y las tradiciones de la tribu. Pero el padre de Usuco nunca "predecía" las consecuencias de sus actos, ni tampoco averiguaba las causas de los hechos que observaba hasta que no las veía con sus propios ojos. Si había que explicarle algo, primero tenía que verlo, que tocarlo, y así podía empezar a comprender lo que se le estaba diciendo. Le faltaba imaginación, aunque tenía una curiosidad incontrolable e inconsciente. Cuando oía ruidos no imaginaba que podrían ser animales salvajes.
Un día se acercó a unos arbustos después de oír un ruido, una jauría de lobos le atacaron. Mató algunos pero él quedó mal herido. A los pocos días murió.

Año y medio pasó entre la muerte de padre e hijo. Durante ese tiempo, Ubuntu y su hijo habían pasado muchas horas con Usuco. Ubuntu no dejaba de pensar las palabras que le había dicho su pareja "Usuco es como su padre, no es capaz de ver más allá de lo que ven sus ojos, no razona, no tiene imaginación, no controla su curiosidad, algún día le pasará lo mismo". Durante ese tiempo, Ubuntu intentó que Usuco viera más allá de lo que veían sus ojos. Pero era imposible, su mente funcionaba de otra manera.
Ubuntu los miraba a los dos y pensaba "mi hijo es como yo, es como su madre y como su hermana, predice e imagina, es curioso pero prudente. Usuco es como su padre, y no encuentro manera de hacerle evaluar riesgos predecibles a partir de los indicios. Quizás Teliat tenga razón y muera joven".

Eso estaban pensando Ubuntu y Teliat, con los ojos llorosos y sin decir palabra alguna. Sentían una gran pena por no haber sido capaces de salvar al amigo de su hijo. Ambos se preguntaban "¿Por qué tuvo que esperar a que la nevada fuera tan intensa para decidirse a dar la vuelta? ¿Por qué no atendió a los consejos que le dieron todos los que volvían? ¿Por qué decía que seguro pararía de nevar, que él quería ver el valle que se ocultaba tras la montaña que tenía enfrente, que seguro que allí no nevaba...? ¿Por qué, por qué, por qué murió congelado?".
Tampoco podían evitar sentir algo de alivio. Alivio porque sus hijos parecían haber heredado muchas de las peculiares destrezas mentales que ellos tenían, características que les hacían ser valorados y apreciados dentro de la tribu.

En ello estaban cuando apareció su hijo. Nadie podía entrar y molestarles en su retiro, pero sus hijos entraban cada vez que querían hablar con ellos. Ubuntu y Teliat se miraron, y esa simple mirada bastó: ninguno de los dos le contaría esa noche todo lo que estaban pensando. Opinaban que era demasiado joven para soportar el sentimiento de culpa que surge cuando no se es capaz de evitar, aunque se intente, alguna desgracia previsible.

Pero él preguntó algo que ellos no esperaban: "Padre, tú que los acompañas al reino de los espíritus, ¿cómo llegan y cómo están allí nuestros seres queridos?"

Ubuntu inicialmente se quedó en silencio, no encontraba la mejor forma de contestarle. Teliat sabía que no tenía la respuesta. Ambos pensaban que lo sobrenatural existía pero, a diferencia de lo que muchos creían en la tribu, ellos NO creían que pudiera interferir de ninguna forma en la realidad palpable.
Pensaban que lo sobrenatural existía, pero que al igual que con los sueños o con las ilusiones, solo servían para ponerte metas y para darle sentido a las cosas, pero no servían para ayudarte a tomar decisiones concretas basadas en los indicios que habías observado. Ellos NO pensaban que con la danza de la lluvia fuera a llover, ellos NO pensaban que los espíritus hablaran a través de los sueños o de las sustancias alucinógenas, ellos NO...
Es cierto que Ubuntu "oficiaba" los rituales mágicos, era el chamán de la tribu y todos estaban satisfechos de como realizaba su trabajo. Por supuesto que Ubuntu veía útiles los rituales. Para empezar, la gente encontraba consuelo y sentido a sus vidas. Él no mentía, creía en lo sobrenatural, pero sabía que muchos otros de la tribu no solo creían, sino que tenían certezas, certeza de que era cierto todo lo que ellos imaginaban del reino de los espíritus.
Por otro lado, cuando se fusionaron las tribus de Teliat y de Ubuntu, ella percibió desde el primer momento la diferente forma que tenía Ubuntu de sentir y de conducir los rituales. El chamán de su antigua tribu era totalmente distinto pero, a ella y al resto de los que sobrevivieron a la travesía provocada por la gran sequía, les gustaba mucho más Ubuntu: no les decía de qué manera tenían que vivir su espiritualidad. Eran más libres, se sentían más poderosos, más respetados y más integrados en sus diferencias.

Al poco rato Ubuntu empezó a hablar. Aunque muchas veces había esquivado las preguntas de su hijo esperando a que madurara, le pareció que esta vez debía de sincerarse con él. Ubuntu le contó toda la verdad de cómo él y su madre sentían lo sobrenatural. Una vez más, le hicieron partícipe de uno de sus muchos secretos.

El chico lloró desconsoladamente y, cuando se calmó, se fue con el resto de la tribu.

Teliat y Ubuntu se quedaron hablando un rato. Ambos estaban satisfechos de la conversación que habían tenido con su hijo. Creían haber hecho lo correcto. Ubuntu se quedó dormido pero a Teliat le costó conciliar el sueño. Estaba intranquila y no sabía por qué. ¡Sentía que algo no encajaba y no sabía lo que era!

Teliat finalmente se durmió, pero tuvo un sueño intranquilo. Despertó con un sobresalto. Mientras dormía acudió a su memoria el viaje que había hecho parte de su tribu, y también recordó a sus dos mejores amigas. Aquel viaje fue duro, su tribu abandonó su región de origen huyendo del hambre. Las amigas acabaron separándose: una nunca llegó a viajar y la otra murió en el camino.

Teliat despertó a Ubuntu y le dijo: "¡creo haber entendido/descubierto algo muy simple, que siempre ha estado delante de nuestros ojos, pero que nunca hemos llegado ni siquiera a imaginar! ¡creo que quizás he comprendido un poco mejor cómo funciona la naturaleza!"

Teliat le contó como una de sus amigas había muerto en el viaje. Ella era, en un aspecto, muy parecida a Usuco: no era capaz de ver más allá de lo que veían sus ojos. Durante el viaje perdió la esperanza, no veía los indicios que presagiaban un final feliz a la larga travesía. Le atrapó la desesperación y fue la desesperación la que la condujo a la muerte. Ubuntu la escuchaba, pero no sabía dónde pretendía llegar Teliat "¿qué sería eso que había entendido/descubierto?"

Finalmente Teliat se lo dijo: "Ubuntu, los que no ven más allá de la realidad, los que no deducen a partir de unos pocos indicios, mueren mucho antes que los que sí lo hacen. Ubuntu, es más difícil que tengan descendencia esos hombres y esas mujeres. Ubuntu, recuerda que los hijos se parecen a los padres. Ubuntu, muchos de los miembros de la tribu que se parecen a Usuco mueren antes de reproducirse. Ubuntu, generación tras generación irán desapareciendo las personas que son como ellos". Él la escuchó y le dio la razón, todo encajaba a la perfección.

Pero Teliat añadió algo que lo dejó todavía más sorprendido: "Ubuntu, también los que creen que lo sobrenatural se manifiesta en el día a día tienen más posibilidades de morir". Ubuntu cerró los ojos y le dijo que no lo comprendía. Teliat se lo explicó: "mi otra amiga, ni siquiera emigró con nosotros, murió al quedarse con aquel chaman dictador. Ella pensaba que danzando llovería, y al final no llovió. Murieron todos por inanición". Y añadió "Ubuntu, tú, sin saberlo, ya sabías lo peligroso que es esto. Siempre dices que lo primero son las necesidades reales y luego las espirituales". Incluso le recordó una vieja historia: "Ubuntu, tú me has contado, riéndote al recordarlo, que tu tribu venció a unos enemigos muy superiores a vosotros porque matasteis a su jefe y, como ellos creían que su jefe tenía el favor de los dioses, se retiraron desesperanzados. Tú nunca has permitido pensamientos como ese dentro de tu tribu".

Esa revelación dejó consternado a Ubuntu. Hablaron sobre ello y al final concluyeron que su tribu mejoraría con el tiempo. ¡Generación tras generación su tribu progresaría y se multiplicaría. El tiempo iría dejando a aquellos con la mente más proclive a hábitos y costumbres adecuadas para la supervivencia!

Después decidieron hablar con su hijo al día siguiente, la explicación que le habían dado la primera vez la veían ahora incompleta. Su hijo posiblemente sería el próximo chamán y debían advertirle del peligro de creer que lo sobrenatural se podía manifestar en lo terrenal, el peligro de no conocer los límites del pensamiento mágico. Su hijo debía de saber que había que respetar la espiritualidad de cada uno de los miembros de la tribu, pero que no se podía permitir que nadie intentara imponerle sus creencias sobrenaturales al resto.

Ahora sí que se quedaron completamente satisfechos. Y antes de caer dormidos, Teliat y Ubuntu hicieron el amor. Esta vez Teliat durmió feliz y tranquila, contenta con su vida y con ella misma. Y cuando despertó se le vino a la cabeza un nuevo sueño que había tenido. Había soñado que pasadas muchas, pero que muchas generaciones, una descendiente suya, una tal Helena Matute (un nombre que ella calificó como muy raro) contaría la historia de tres amigas (OjosBonitos, Flor y MariCastaña) que se separaron forzadas por una gran sequía. Una historia que explicaba cómo solo OjosBonitos sobrevivió debido a sus peculiares facultades mentales. Una historia que le serviría para explicar que esas peculiaridades se trasmitieron de padres a hijos y que le permitieron, a su tribu y a sus descendientes, progresar hasta límites insospechados.

Ese sueño no se lo contó a Ubuntu. Algunas veces se contaban cosas como esas, otras no. En esta tribu el pensamiento mágico, los sueños, las ilusiones... son tuyas y solo tuyas.

Teliat, se levantó y abandonó la profundidad de la cueva. Salió, buscó a su hijo y habló con él.



Anotaciones finales

Este cuento está basado en un cuento que sale en el libro de Helena Matute: "Nuestra mente nos engaña. Sesgos y errores cognitivos que todos cometemos". Por supuesto recomiendo la lectura de ese libro por muchas razones. Yo solo he intentado introducir en este cuento una de las muchas cosas que ella explica en ese libro. LEEDLO

A modo de resumen decir que ¡Nuestra mente es como es!
Tiene tendencia al pensamiento mágico, acumuló sesgos en su evolución y desarrollo, tiene prejuicios insertados en su "educación"...
Pero es la mejor herramienta que podemos imaginar: se ha ido adaptando a los nuevos tiempos que surgían y nos ha hecho progresar hasta límites que ni Ubuntu ni Teliat, en sus mejores sueños, podrían imaginar.
No seamos cazurros, ¡usémosla de la mejor manera posible! Lo cual implica que la utilicemos de distinta manera en cada contexto y que seamos conscientes de sus virtudes y limitaciones para cometer el menor número posible de errores.

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